UN FUTURO COLOR CAFÉ CON LECHE
Por: José López Zamorano-La Red Hispana
La fotografía racial y étnica desvelada por el Censo 2020 refleja con claridad las tendencias demográficas de las últimas décadas: El color de los Estados Unidos es cada vez menos blanco y más color café con leche.
Tanto el número absoluto, como la proporción de blancos no-hispanos va en descenso, mientras que las personas de origen latino representaron alrededor de la mitad del crecimiento poblacional: los casi 62.1 millones de hispanos son ahora el 18.7% de la población del país.
Estados Unidos avanza pues, de manera imparable, a consolidarse como una nación cada vez más multirracial, multiétnica y multicultural.
Pero debajo de la superficie de las estadísticas generales del crecimiento de nuestra comunidad, que aumentó 23% entre 2010 y 2020, existe una estadística reveladora: Uno de cada 4 jóvenes menores de 18 años de todo el país se identifica como latino o latina.
En los estados del país, el peso demográfico de las nuevas generaciones de latinas y latinos menores de 18 años es mayor: En Nuevo México representan el 59.4% de ese segmento; en California el 51.6%; en Texas, el 48.6%; en Arizona, el 43.7%; en Nevada, el 40.6%, en Florida, el 32.5% y en Colorado, el 31.6%, por mencionar los casos más importantes.
Las cifras claramente tienen serias repercusiones sociales, políticas y culturales. Tiene razón el director de NALEO, Arturo Vargas, cuando afirma que Estados Unidos “no puede abordar desafíos como la pobreza, la atención médica deficiente o la falta de acceso a una educación de calidad sin enfoques personalizados que mejoren las oportunidades y el bienestar de las familias y los niños latinos”.
Es decir, dentro de las prioridades del masivo paquete de infraestructura social por 3.5 millones de millones de dólares que examina en este momento el Congreso, el gasto social para los jóvenes en general, y los jóvenes latinos en particular debe ser visto como la semilla de una inversión de largo plazo para la fortaleza de la nación.
Las estadísticas pueden tener también una lectura política: el partido que sepa hablar en el idioma de estos jóvenes, la mayoría de los cuales nacieron en los Estados Unidos y conviven en un espacio bilingüe y bicultural, aunque el inglés sea su lengua dominante.
Y hablar el idioma de esos jóvenes no quiere decir simplemente comunicarse con ellos en inglés, español o Spanglish, sino conectar con ellos a profundidad: entender su realidad, sus retos, sus necesidades y sus aspiraciones.
Me parece que los demócratas dieron un paso importante en ese sentido con su insistencia de invertir más de 65,000 millones de dólares en habilitar Internet de alta velocidad a todo el país, toda vez que podría beneficiar de manera especial a las comunidades de color, incluida la latina y reducir la brecha digital en Estados Unidos. Los republicanos hicieron bien en apoyarlo.
Aquel añejo debate entre el gigante dormido o el gigante despierto es cosa del pasado. La potencia demográfica de la comunidad latina está aquí entre nosotros, y tiene un rostro juvenil. Ahora continúa la tarea de invertir los recursos humanos y económicos necesarios para preparar a esos líderes del futuro. Cada uno desde su trinchera.