El régimen de Ortega saca de la cárcel a Rolando Álvarez, el obispo que rechazó el destierro
El religioso, la voz de la Iglesia católica más crítica con el sandinismo, se encuentra en paradero desconocido después de iniciarse una negociación con el Vaticano para acordar su exilio en Roma
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo sacó el martes de la cárcel Modelo de Managua al obispo Rolando Álvarez, la voz de la Iglesia católica de Nicaragua más crítica con el sandinismo, según confirmaron a EL PAÍS fuentes diplomáticas conocedoras del proceso. El religioso, que el pasado febrero rechazó el destierro y decidió resistir en prisión, se encuentra en paradero desconocido después de que se explorara una negociación con el Vaticano para acordar su exilio forzado en Roma. Álvarez había sido detenido en agosto de 2022 tras cinco días de cerco policial a la curia donde se encontraba en cautiverio con ocho sacerdotes y colaboradores.
Ortega le ofreció en febrero cambiar la cárcel por el destierro, pero Álvarez declinó. Un día después de que se negara a dejar Nicaragua entre los 222 presos políticos liberados por el régimen sandinista y enviados a Washington, el obispo recibió una dura condena. Un tribunal controlado por el Gobierno le impuso más de 26 años de cárcel por una serie de delitos que incluyen “traición a la patria”, “menoscabo de la integridad nacional” y por “propagar noticias falsas”. El régimen se ensañó contra el religioso, a quien despojó de todos sus derechos políticos y de la nacionalidad nicaragüense, y le encerró en la Modelo.
La excarcelación de monseñor Álvarez ha sido manejada bajo total hermetismo. Diversas fuentes diplomáticas consultadas coinciden que “hay comunicación” entre el Vaticano, la Conferencia Episcopal y el régimen de Ortega y Murillo. Sin embargo, un eventual destierro del líder católico se “ha trabado”.
“Situación muy dura y tensa”
Todo ha resultado en una “situación muy dura y tensa”, sobre todo porque la noticia se filtró y hay reticencia de parte de Álvarez para irse de Nicaragua, coinciden esas fuentes. El hermetismo es tal que ni la propia familia del obispo de Matagalpa conoce su paradero. La única autoridad superior de Álvarez es el papa Francisco y las fuentes explican que solo una orden del Pontífice podría desbloquear la situación y hacer que el obispo salga de Nicaragua. Sin embargo, hasta ahora se desconoce si el Papa ha girado una instrucción similar a la que le dio al obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, quien se fue forzadamente al exilio en abril de 2019.
“De por medio hay más que el obispo Álvarez; se trata del futuro de la Iglesia católica en Nicaragua: que cese la persecución, que no continúen cerrando colegios e instituciones católicas; que se levante esa acusación de lavado de dinero contra la Iglesia. Es una situación dura y tensa. El Vaticano sabe que el régimen es capaz de erradicar el catolicismo del país”, prosigue la fuente.
El obispo de Danlí, en Honduras, José Antonio Canales, aseguró la noche de este martes en su cuenta de Facebook que monseñor Álvarez quiere ser libre en Nicaragua. “Monseñor Rolando Álvarez no quiere salir de Nicaragua. Quiere ser libre, sin condiciones, en su país”, escribió. “Mi publicación responde a que conozco personalmente a monseñor Rolando Álvarez; he intercambiado con él tanto en Honduras como en Nicaragua, es un hombre de un temple firme, seguro; sabe dónde se planta y no es de claudicar fácilmente”. La información sobre lo que sucede con Álvarez tampoco llega a otros obispos de la región, reaccionó el religioso hondureño al ser consultado por EL PAÍS. Lamentó que tampoco ellos, como obispos de la región, tengan mayor información sobre el caso del obispo de Matagalpa.
“El Gobierno está metiendo toda la presión sobre el Vaticano para que se lleven a monseñor Álvarez, no lo quieren en el país, pero pues las conversaciones están bastante herméticas. El Vaticano está viendo el futuro de la iglesia en Nicaragua, porque hay mucho en juego. Habrá que esperar”, insiste la fuente diplomática. En marzo pasado, menos de una semana después que el régimen suspendió las relaciones diplomáticas con el Vaticano, el presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), monseñor Carlos Enrique Herrera, insistió en la apertura de un diálogo con la dictadura como mecanismo para solucionar la crisis y la liberación de monseñor Álvarez.
Álvarez es la autoridad de la Iglesia católica nicaragüense que ha mostrado más beligerancia en sus posturas contra los desmanes de Ortega, que lo ha declarado su principal enemigo y lo ha puesto en el centro de la persecución contra religiosos. La Policía le acusó sin pruebas de organizar grupos violentos valiéndose “de su condición de líder religioso y utilizando medios de comunicación y redes sociales” con el propósito de “desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.