Bloqueados para obtener asilo, muchos inmigrantes hacen malabarismos para elegir: Intentar cruzar de nuevo o rendirse
Es una mañana de sábado relativamente tranquila en el centro de acogida de inmigrantes Kino Border Initiative.
Al fondo del comedor principal, hay un mural que recuerda a la Última Cena de Leonardo DaVinci. Sin embargo, este mural muestra a Jesús comiendo con discípulos, y alimentando a migrantes.
En una de las mesas de picnic, sentada sola, está Paty, de 32 años. Llegó hace poco con una hija pequeña.
«Buscaba un milagro para mi niña», dice Paty en español.
Paty es de Oaxaca, México. Pidió que no se la identificara por su nombre completo porque le preocupa la seguridad de su familia en su país.
El milagro del que habla es poder costear un costoso tratamiento médico para una de sus hijas, que se quedó en su estado natal, y que padece un raro trastorno sanguíneo. Su única opción, dice, era emigrar a Estados Unidos para trabajar y ahorrar el dinero necesario para ayudar a su hija.
Había planeado ir a Wisconsin.
Así que hace unos días intentó cruzar a Estados Unidos sin autorización.
«Nos enteramos de la nueva política cuando volvimos a México», dice Paty. «Fue entonces cuando nos enteramos de que nadie iba a conseguir asilo».
Pero fue detenida y deportada.
Paty es uno de los miles de migrantes que han sido deportados -en lugar de tener la oportunidad de solicitar asilo- como parte de las acciones ejecutivas del Presidente Biden puestas en marcha a principios de la semana pasada.
Según esta política, los migrantes que crucen sin autorización -salvo circunstancias excepcionales- no podrán solicitar asilo y serán expulsados de forma expeditiva.
Esta prohibición se mantendrá hasta 14 días después de que la media de siete días de cruces ilegales sea inferior a 1.500. Podrá restablecerse cuando la cifra supere los 2.500. Podrá restablecerse cuando la cifra supere los 2.500.
Según la norma del Departamento de Seguridad Nacional, los inmigrantes estarán sujetos como mínimo a «una prohibición de reingreso de cinco años y a posibles acciones penales».
El objetivo de esta política, según la administración, es disuadir de la inmigración ilegal. Pero es demasiado pronto para saber si será eficaz.
Al menos Paty no se deja disuadir.
Dice que intentará conseguir una cita de asilo a través de la aplicación CBP One, una de las vías legales que el Presidente Biden ha estado animando a los inmigrantes a utilizar para solicitar asilo.
Este sistema de lotería sólo concede 1.500 citas al día. Muchos inmigrantes tienen que esperar meses para conseguir una.
Para Paty, la deportación no ha sido más que un contratiempo.
«Si no tengo noticias antes del 17 de junio, ya tengo planes para cruzar a Estados Unidos de otra manera», dice.
Ese es el día en que los contrabandistas a los que pagó 5.000 dólares para cruzar la frontera le dijeron que podía volver a intentarlo.
El caso de Paty ilustra los retos a los que se enfrentan las políticas destinadas a frenar la inmigración ilegal.
Y los datos muestran que órdenes como la de Biden tienden a reducir los cruces ilegales, pero durante un breve periodo de tiempo.
Un análisis de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos muestra que esa cifra aumenta al cabo de unos meses. Eso se debe a que las causas profundas de la migración masiva -como la pobreza y la violencia- siguen ahí.
Eso es lo que impulsó a Daniel López a abandonar su ciudad natal de Puebla, México.
«Tememos por nuestras vidas y las de nuestros hijos», afirma. No sabemos qué hacer”.
Daniel López, su mujer, su madre y sus dos hijos llegaron al refugio San Juan Bosco el sábado por la tarde.
López dice que dejaron su ciudad natal cuatro días antes de que entrara en vigor la orden ejecutiva de Biden.
Cuando intentaron cruzar a Estados Unidos, las restricciones ya estaban en vigor.
«No sabíamos que después de esa fecha nos iban a devolver a todos», dice.
No sabe qué va a pasar después. Pero sin dinero, él y su familia están considerando regresar a Puebla.
«Cometimos el error de cruzar ilegalmente», dice. «Pero esa es la desesperación de una persona que teme por la seguridad de sus seres queridos, y por la necesidad de comida».
