¿Quién ganó y quién perdió con el cierre del gobierno de EEUU?
Por José López Zamorano
Con el acuerdo entre republicanos y un puñado de demócratas moderados se pone fin de manera inminente al cierre del gobierno federal más prolongado en la historia de Estados Unidos.
La respuesta a la pregunta sobre quién gana y quién pierde, es sencilla: perdimos casi todos, unos más, otros menos.
Pierden los 42 beneficiarios de SNAP que dejaron de recibir beneficios completos a pesar de ser uno de los grupos más vulnerables del país
Aunque el acuerdo garantiza el pago de SNAP hasta al menos el perímetro de octubre de 2026, algunos beneficiarios solo recibieron un pago parcial en noviembre.
Perdieron cientos de miles de trabajadores federales que fueron puestos en licencia sin pago inmediato. Aunque se les pagará de manera retroactiva, algunos se vieron forzados a renunciar a sus puestos para cubrir sus gastos de vivienda y alimentos.
Pierde la economía estadounidense que restó entre $7,000 y $14,000 millones de dólares debido al cierre del gobierno, además de la volatilidad en los mercados financieros.
Pierden quienes esperaban una extensión de los subsidios de la Ley de Salud Asequible (OBamacare) cuyas primas subirán a partir de 2026. Aunque el acuerdo establece un voto sobre el tema en diciembre, no hay garantías de que será apoyado por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
Pierden los demócratas que apostaron a la disciplina en sus filas para forzar a los republicanos a extender los subsidios en salud. Aunque lograron poner el tema en el radar público, no tienen garantías de que su apuesta salga ganando al final.
Pierden los republicanos más conservadores que se oponen a un aumento del gasto público y ahora tendrán que ceder si quieren reabrir el gobierno.
Aunque evitaron una extensión automática de los subsidios a Obamacare, tendrán que aceptar aumentos en los gastos de algunos departamentos.
Entre los pocos ganadores se encuentran miles de trabajadores federales que fueron despedidos durante el cierre y que, bajo el acuerdo, deberán ser recontratados.
El cierre del gobierno federal deja en claro que en la política contemporánea estadounidense no se gana sin costar, y que los costos no son homogéneos. Los “ganadores” lo hacen más como sobrevivientes que como vencedores clásicos.
Pero más importante aún: el funcionamiento institucional resulta debilitado cuando la clase política no puede aprobar sin dramas o peleas, los elementos más básicos del funcionamiento del país y eso deja a una ciudadanía frustrada por la disfuncionalidad en Washington.


